Sea Ranch, Condominio I : estrategias de construcción de lo cotidiano

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2017

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E.T.S. Arquitectura (UPM)

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En el año 1963, Charles Moore, Donlyn Lyndon, William Turnbull y Richard Whitaker comienzan, bajo las directrices de Lawrence Halprin, el diseño y la construcción del Condominio I. Una decisión que contribuye, de forma probablemente inconsciente, a ofrecer un enfoque más preciso sobre la moderna y heterogénea domesticidad americana. Condicionado por la vasta extensión geográfica del territorio, el interés por dar forma a lo cotidiano se extiende de forma exponencial en el continente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Difícil de categorizar en lo estilístico, esta arquitectura del día a día se reconoce, pese a su diversidad, a través de actuaciones mayoritariamente asociadas a grupos o movimientos determinados que se complementan con otras de carácter aislado entre las que puede contarse la aventura Sea Ranch. Entendida como una apuesta de exploración residencial responsable de sus relaciones con el entorno, la propuesta fue capaz de alcanzar notable difusión y una atención del establishment arquitectónico que comenzó a diluirse con el paso de los años y el progresivo avance de la retórica posmodernista. La inclusión de Charles Moore, cabeza de la operación, en la festiva escenografía posmoderna generó por parte de la crítica una reductiva asociación de su perfil a la gramática fenomenológica, relegando la investigación residencial llevada a cabo durante los años 60 a la categoría de reflexión de segundo nivel. Partiendo de esta convicción, extendida en lo popular pero limitada en lo crítico, el presente texto trata de alterar la estigmatizada visión del Condominio I para ofrecer una nueva imagen de la operación que permita reconocer el edificio como manifiesto real de una investigación en torno al espacio residencial. En este sentido, el ensayo se construye como una aproximación sucesiva, casi concéntrica, a los distintos niveles de domesticidad que toman forma en el edificio, desde una reflexiva situación en el entorno hasta la propuesta de ocupación interior de la vivienda. Siete estratos que evalúan diferentes estrategias en la creación de un diálogo entre arquitectura y habitante, basculando entre las que refuerzan una estrecha relación con su contexto y aquellas ligadas a la particular condición humana. Asociadas a las capas exteriores de la vivienda, las primeras estrategias de proyecto destacan por una naciente conciencia geográfica, por la desprejuiciada elección de una reconocible materialidad y por la consciente (y tan contemporánea como californiana) definición de los límites. Centradas en la estricta intimidad, las segundas revelan el convencimiento de sus autores en una arquitectura como capaz de crear espacios únicos a través de mecanismos comunes, mostrando su íntima asociación con lo individual y destacando la importancia de Charles Moore en el proceso. En la que no puede sino ser entendida como una declaración de cambio frente a lo precedente, la sensibilidad hacia el entorno se entremezcla con planteamientos menos evidentes que reinterpretan la tradición arquitectónica de la Bay Area, incorporando invariantes de la arquitectura asiática, significados importados de la cultura clásica y provocadoras alteraciones de lo perceptivo que este texto trata de interpretar en clave doméstica. Porque la extensa divulgación de la obra (de la que escasa información ha llegado a nuestros días), que durante los años posteriores a su construcción se concentró en lo geográfico para rápidamente iniciar una conexión con el posmodernismo, carece de una reflexión crítica sobre lo residencial llevada a cabo por sus autores durante la década de los 50 que estas líneas pretenden recuperar. Los profundos procesos de transformación operados sobre el lugar hoy y su impacto sobre un edificio con un discurso con vocación, por momentos, pedagógica (o redentora) hacen deseable una coda final centrada en su influencia posterior y su flexibilidad de adaptación a una sociedad que ha madurado más de medio siglo. El último capítulo ofrece así una visión objetiva de aquel influjo y otra más personal del resultado de la aclimatación temporal que muestra la validez de un discurso que ha sobrevivido a su fracaso como tendencia. Lo terrenal y la ensoñación, el elitismo clásico y el anonimato vernáculo, lo contemporáneo y lo atávico dan forma a un engranaje en el que la importancia de cada pieza es directamente proporcional a su relación con un conjunto que nunca pierde de vista al habitante como objetivo último y primero de estas líneas. El texto da así forma a un atlas de mecanismos de construcción de cotidianeidad difícilmente catalogable en su totalidad pero profundamente relacionado con otras aproximaciones a lo doméstico que construyen un universo residencial único, tan californiano como auténtico. ----------ABSTRACT---------- In 1963, Charles Moore, Donlyn Lyndon, William Turnbull and Richard Whitaker began, under the direction of Lawrence Halprin, the design and construction of Condominium I. A decision that contributes, probably unconsciously, to a more precise focus on modern and heterogeneous American domesticity. Conditioned by the vast geographical extension of the territory, the interest in shaping everyday life has spread exponentially across the continent since the end of the Second World War. Difficult to categorize in an stylistic sense, this day-to-day architecture is recognized, despite its diversity, through actions mostly associated with specific groups or movements that complement other isolated ones such as the Sea Ranch adventure. Understood as a commitment to residential exploration responsible for its relationship with the environment, the proposal was able to achieve notable diffusion and attention of the architectural establishment that began to dilute over the years and the progressive advance of post-modernist rhetoric. The inclusion of Charles Moore, head of the operation, in the festive postmodern scenography generated from the critics a reductive association of his profile with the phenomenological grammar, relegating the residential research carried out during the 60s to the category of second level research. Starting from this conviction, extended in the popular but limited in the critic, the present text tries to alter the stigmatized vision of Condominium I to offer a new image of the operation that allows to recognize the building as a real manifesto of an investigation around the residential space. In this sense, the essay is build as a successive, almost concentric approximation to the different levels of domesticity that take shape in the building, from a reflexive location in the surroundings to the proposed interior occupation of the dwelling. Seven layers that evaluate different strategies in the creation of a dialogue between architecture and inhabitant, swinging between those that reinforce a close relationship with their context and those linked to the particular human condition. Associated with the outer layers of the dwelling, the first project strategies stand out for their nascent geographical awareness, the unbiased choice of recognizable materiality and the conscious (and as contemporary as Californian) definition of limits. Focused on strict intimacy, the second ones reveal the conviction of its authors in an architecture capable of creating unique spaces through common mechanisms, showing their intimate association with the individual and highlighting the importance of Charles Moore in the process. In which it can only be understood as a declaration of change in the face of the foregoing, sensitivity to the environment is intermingled with less evident approaches that reinterpret the architectural tradition of the Bay Area, incorporating invariant Asian architecture, meanings imported from the classical culture and provocative alterations of the perceptive that this text intends to interpret in a domestic key. Because the extensive dissemination of the work (of which little information has reached our days), which during the years following its construction concentrated on geography in order to rapidly initiate a connection with postmodernism, lacks a critical thought on the residential carried out by its authors during the decade of the 50's that these lines intend to recover. The profound processes of transformation operated on the site today and its impact on a building with a discourse with vocation, at times, pedagogical (or redemptive) make desirable a final coda focused on its later influence and flexibility of adaptation to a society that has matured more than half a century. The last chapter thus offers an objective vision of that influence and a more personal one of the result of the temporal acclimatization that shows the validity of a discourse that has survived its failure as a tendency. The earthly and the dreaming, the classical elitism and the vernacular anonymity, the contemporary and the atavistic give shape to a cog in which the importance of each piece is directly proportional to its relationship with a whole that never loses sight of the inhabitant as the ultimate and first objective of these lines. The text thus gives form to an atlas of mechanisms for the construction of everyday life, hardly cataloguable in its entirety but deeply related to other approaches to the domestic that build a unique residential universe, as Californian as authentic.

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Arquitectura

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