Color y arquitecturas revocadas de La Granja de San Ildefonso : urbanismo mano-nido
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2015
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E.T.S. Arquitectura (UPM)
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La memoria oral del sentir del agua es santoral del mito en La Granja de San Ildefonso, que, con participación de Ysabel de Farnesio, la retrata, oficialmente, como Anfítrite en trono al aire libre. En el Cuarto Real incluye su autorretrato como Virgen de Los Desamparados. En el imaginario de ambas imágenes predomina su buen sentido del humor, el de Felipe V y el habitual con que todos los estamentos sociales interpretan controversias de la vida. Las burlas de los juegos de agua del Mar de Ysabel son sutiles, al igual que el nomenclátor de sus estanques y la geometría que los une a manantiales, la linde meridional de la Real Cañada Puente de Las Merinas y las arquitecturas revocadas que pintan, con aire y control dimensional, cuatro tipologías del Renacer. Tres trampantojos realzan los hitos del eje principal de la memoria oral de Ysabel de Farnesio como directora de urbanismo “mano-nido”. Uno, con ayuda de un espejo y vidrio incoloro de montante, compone un nimbo de un calvario que a los pies tiene un nacimiento. Otro, solo con vidrio incoloro de montante y hojas de puerta ventana, incorpora el de la casa de Baucis al de Cupido Virtud, marido de Mariposa, y al de la memoria oral de San Ildefonso en el Día de Los Desposorios de María Mariesposa, el 23 de enero. El tercero superpone al segundo un círculo de aire que, desde hacia 1960, suple al resplandor inespecífico que, en ilustrados renglones del xix, es relicario de Felipe V el Animoso. En memoria oral, es El Diamantón, pulverizado o perdido durante el vendaval que arrastró, por suelo urbano, la aguja que cosía su cruz al cielo de La Colegiata y al de La Sierra del Dragón, llamada por los árabes Guadarrama –Río de Piedras o Arenas–. Se asegura que el vendaval derribó la aguja de El Diamantón porque se había colocado mal al arreglar los estragos del gran incendio de 1918. El pararrayos de su cupulín tiene casi la misma cota que El Mar, según medición rigurosa. El desplome consta en historiografía posterior a las postales en las que no aparece la aguja de la cúpula de La Colegiata. Las conocí algo después de aceptar sustituir la encuesta de color urbano por trueque de preguntas y respuestas, manteniendo el anonimato y restringiendo a la explicación imprescindible tanto las grabaciones y fotos como las anotaciones. En los últimos quince años, en la torre occidental de Las Caballerizas de La Reina, el viento ha derribado dos veces la aguja que engarza el cielo urbano con una cruz veleta Cupido. Su flecha es un tridente de rama de tejo. El aire pinta las cuencas de sus ojos y el nudo de su ombligo. Desde hace años, los cuatro delfines de la base de su chapitel esperan recuperar su veleta Cupido. ABSTRACT The oral memory of the feeling of water is part of the myth hagiography, in all aspects of La Granja of San Ildefonso, in which, with Elisabeth Farnese’s involvement, she is portraited, oficially, as Anfitrite sat on an open-air throne. In the Royal Bedroom hangs her self-portrait as Virgen de Los Desamparados. In the imaginary of both images dominates her good sense of humor, Philip V’s and the one with which social classes understand life’s controversies. The mockeries of Elisabeth’s Mar (the artifitial lake) water works are sharp, as well as the nomenclature of her ponds and the geometry that join them to natural springs, the southern boundary of the Royal Cattle Route Las Merinas Bridge and the plastered arquitectures that draw, with air and dimensional control, four tipologies of Rebirth. Three trompe-yeux (trampantojos) highlight milestones of the main axis of Elisabeth’s oral memory as manager of the “hand-nest” town planning. One trompe-oeil, with the help of a mirrow and a colourless glass fanlight, forms an halo of a Calvary that has at its feet a Nativity. Another, just with a colourless glass fanlight and shutters door, adds to Baucis’ home the Cupido Virtud, Mariposa’s spouse, and the oral memory of San Ildefonso in the Day of Los Desposorios of María Marisposa, January 23rd. The third trompe-l’oeil overlaps to the second one a circle of air that, since aproximately 1960, replaces the inespecific light that, in xix century ilustrated words, is Philip V el Animoso’s reliquary. In oral memory it is named El Diamantón, crushed or lost during the windstorm which dragged, along the urban ground, the spire that sewed its cross to the sky of La Colegiata and Sierra de Dragón, also called by the Arabs Guadarrama – Río de Piedras o Arenas (Stone or Sand River)–. It is assured that the windstorm knocked over the Diamantón spire because it was not placed properly when they repaired it from fire ravages in 1918. The lightning conductor in the dome has almost the same height than El Mar, according to accurate measurement. The fall is clear in further historiography to postcards where the spire does not appear in La Colegiata’s dome. I got knowledge of this fact later on when I accepted to change the urban colour surveys for a barter of questions and answers, saving anonimaty and limiting to the minimal explanation not only the recording testimonies and pictures but also my notes. In the latest 15 years, in the western tower of Las Caballerizas de La Reina, the spire which linked the urban sky to a cross Cupido weather-vane has been knocked down twice by the wind. His arrow is a trident yew branch. The air draws its eyes and navel. Since long ago, the four dauphins at the base of its chapitel wait to recover their Cupido weather-vane.
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Arquitectura
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